Los rayos luminosos del ambiente entran a nuestros ojos pasando a través de la córnea lugar donde se produce la primera refracción, cabe destacar que la lagrima también posee cierto poder refringente, luego avanzan hacia el cristalino, pasando por el humor acuoso, donde se vuelven a refractar para formar un foco puntual en la retina, previo paso por el humor vítreo, para estimular los fotorreceptores retinales, principalmente los del área foveal, los cuales enviaran un estímulo fotoeléctrico por el nervio óptico a la corteza occipital donde se integrarán con la información enviada desde el ojo contralateral ( fusión) [1].
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